por María Carmen Buelga Otero

El presente trabajo es el capítulo XII del libro “Ella en el Trabajo. Una contribución propositiva al género en la organización laboral”, del que soy coautora junto al Dr. Luciano Machuca, su construcción la pensamos como una contribución propositiva al género en las organizaciones laborales. Se editó en el año 2009, en el realizamos un análisis y abordaje de las problemáticas y violencias que sufren las mujeres en los ámbitos de trabajo, las que se siguen manteniendo once años después. Es de mi interés compartirlo, para que sigamos entre todas/os construyendo una sociedad igualitaria entre mujeres y hombres. 

La realidad en las organizaciones modernas está signada por la producción, la alta competencia y el cambio permanente en los requerimientos a su fuerza de trabajo.

En los últimos años tomo auge el estudio y la publicación de libros, artículos en diarios, revistas y seminarios sobre las mujeres que ocupaban puestos gerenciales en las organizaciones, el estilo de liderazgo ejercido por ellas, en comparación con el modelo masculino tradicional. 

En este capítulo consideraremos el estilo de liderazgo femenino y el pensamiento que se tiene sobre el mismo. Hasta hace poco los términos liderazgo y femenino se consideraban excluyentes y hasta contradictorios, y no a pocas mujeres les resultaba chocante, dado que en su pensamiento los líderes son agresivos, distantes y poco emocionales. También podemos decir que en muchos casos hay una resistencia a aceptar el liderazgo femenino, porque destaca la diferencia entre el varón y la mujer, cuando son muchas/os los que tratan de convencer de que las diferencias no existen y que en relación al estilo de ejercer la conducción, las mujeres y los hombres son iguales. 

Entendemos que las mujeres nacen líderes al igual que los hombres. 

Asimismo, es importante definir el estilo personal de liderazgo de muchas mujeres al momento de ejercerlo, como del aporte positivo que tienen éstas sobre las diversas organizaciones. También, para que las mujeres entiendan que no es necesario hacerse a imagen y semejanza de los hombres para tener éxito.  

La propuesta es plantear una alternativa superadora dentro de las organizaciones en las relaciones de género, por ello, es importante conocer las habilidades y capacidades de liderazgo de las mujeres, para que ambos se complementen y no para realizar un reemplazo en el enfoque tradicional masculino para liderar. 

Al observar en forma individual las habilidades de conducción y las distintas perspectivas, nos parecen muy sutiles y con dificultades para discernir, pero al visualizar a las mujeres en conjunto, vemos que en muchas de ellas las sutilezas desaparecen y las diferencias tienen una clara definición.  Tanto es así, que las mujeres como grupo manifiestan un estilo propio de liderazgo, que puede ser de gran utilidad en la cadena de producción y negocio de las organizaciones.

El mundo vive en permanentes cambios y últimamente en crisis económicas-financieras, por lo que sería oportuno preguntarnos: ¿no es el momento de que comience a cambiar el concepto tradicional de liderazgo? Y no el cambio por el cambio mismo. Sino para mejorar las relaciones interpersonales entre mujeres y hombres en los ámbitos laborales.  Creando espacios de trabajo más humanos, con inclusión, siendo éste, un aporte muy importante a los cambios que se están dando en el mundo.

Nos planteamos el potencial y las posibilidades de contribución de las mujeres que ocupan puestos directivos a desarrollar un tipo de liderazgo distinto que permita discutir, como se diferencian los métodos tradicionales de conducción y de que manera se puede apoyar a solucionar los problemas de productividad, mejorar la calidad de trabajo de los empleados y revitalizar a la organización. 

El concepto de liderazgo femenino, es el que nace de miles de mujeres que se desempeñan en puestos gerenciales en el mundo de las empresas. Puestos que en otras épocas, solían estar exclusivamente ocupados por hombres. Si bien los parámetros de este liderazgo siguen en estudio, éste existe y realiza una contribución importante y necesaria para el mundo de los negocios y la sociedad. 

Es necesario dejar en claro que los  estereotipos de los diversos roles que deben cumplir la mujeres en la familia, la sociedad y el trabajo, crea situaciones que en general les dificulta el pensar y reflexionar sobre como están forjando y creando su particular estilo de liderazgo. Sin embargo, podemos  inferir que la mayoría no adhiere a comportarse de la misma manera que lo hacen los líderes masculinos. Ellas, no quieren verse limitadas en su eficacia y eficiencia, desean aprovechar las habilidades innatas que poseen, las capacidades o el instinto femenino para dirigir a un grupo humano dentro de la organización. O sea, ejercer un liderazgo de forma libre e independiente de modelos masculinos. 

Ahora bien, las organizaciones deben reconocerlo y apoyarlo. Lo que nos lleva a preguntarnos ¿qué les impide a muchas organizaciones aprovechar los talentos y las habilidades de las mujeres líderes o con potencial para serlo? Si recurrimos al pasado y no con el afán de criticar o culpar, vemos que a mediados del siglo XX hubo una masiva entrada de mujeres a los ámbitos laborales, lo que produjo un efecto sobre la cultura y el estilo operativo de las organizaciones. Al mismo tiempo, no se correspondió con el acceso de éstas al management. 

Lo que expresamos, lo hacemos para comprender los orígenes del desafío que enfrentan las mujeres  que aspiran a ser líderes.  

Si bien las cualidades que definen al liderazgo femenino, no son exclusivamente de las mujeres, dado que se pueden encontrar en algunos hombres, como también, algunas mujeres se sienten cómodas con un liderazgo de estilo predominantemente masculino. Situación que muchas veces las convierte en una copia del hombre ejecutivo tradicional. 

Por ello, en este recorrido que realizan las mujeres en la búsqueda por asentar el liderazgo femenino, nos surgen algunas preguntas: 

1. ¿Podemos encontrar en la mujer un estilo de management natural, distinto al que ejerce el hombre? 

2. ¿Las empresas sólo valorizan el liderazgo masculino, por conocido y tradicional?

3. ¿Las mujeres que conforman la pequeña élite de la alta dirigencia, deberían realizar un fuerte apoyo a otras mujeres para que se afiance el concepto de liderazgo femenino?

4. ¿Es posible que se considere poco efectivo el enfoque de conducción femenino?

5. ¿Puede el liderazgo de las mujeres ejecutivas ser más efectivo para las empresas?

Sabemos que hay múltiples preguntas y las respuestas debemos buscarlas en las organizaciones y en las propias mujeres, dado que los modelos culturales tienen gran influencia en el management. 

Llegado a este punto, consideramos que en muchas organizaciones hay una resistencia al estilo femenino de liderazgo. Tal vez sin racionalizarlo los hombres tejen una red de intransigencia por los prejuicios de género, los estereotipos y los roles que históricamente desempeñaron las mujeres.  Por ello, se enfatizan las diferencias, creando relaciones de adversarios, cuando en realidad deberían ser complementarios, lo que permitiría desarrollar ambos estilos en beneficio de las y los integrantes, situación que también contribuye a una mayor eficiencia y eficacia de las organizaciones laborales. 

 El mundo organizacional se complejiza en una dinámica cuya velocidad es impensada, por lo que las mismas confrontan entre sí, para tener mayor rentabilidad y un mejor posicionamiento en el mercado. Esta situación hace que las organizaciones no puedan ser manejadas por un solo ejecutivo, jefe o un pequeño grupo de directivos y no importan cuan brillantes sean. 

Hoy las estructuras de las empresas con perspectiva de género, da lugar a compartir las diferentes visiones de sus integrantes, permitiendo la solución de los problemas en forma más rápida y efectiva.   

Dados los cambios económicos y sociales que atraviesan a las organizaciones y la necesidad de las mismas de incorporar  innovación, como el retener a los talentos que aporten creatividad y así, mantenerse sustentables en el mercado, exige ampliar la visión del liderazgo en la empresa. Un punto importante en estos nuevos escenarios es la visión femenina de los acontecimientos, lo que hace imprescindible en los máximos responsables de la organización conocer y entender el liderazgo que ejercen las mujeres con sus colaboradores.

Destacamos algunos puntos del estilo femenino de liderazgo:

1) Consideran muy importante la cooperación con y entre sus colaboradores.

2) La formación de equipos de trabajo con amplia participación de todas/os los integrantes.

3) Exige calidad en la operatividad para afianzar las estructuras organizacionales.

4) Los problemas se solucionan con un estilo intuitivo/racional.

5) Ejerce menor control y apela a la responsabilidad  personal.

6) Desarrolla mayor empatía y busca altos estándares de realización grupal.

7) En la comunicación mantiene tonos afectivos y respetuosos.

Al puntualizar algunas diferencias en el estilo femenino de liderazgo consideramos que los mismos se basan en factores biológicos y psicológicos con la influencia de la cultura que a través de distintas normas y mandatos, educa a las niñas y los niños de manera diferente. 

En función de la naturaleza de estas diferencias no nos puede sorprender la forma en que afectan a las aptitudes, actitudes  y el comportamiento de mujeres y hombres en los distintos ámbitos familiares, sociales y laborales. 

Queremos expresar que nuestra intención al analizar el liderazgo femenino no fue hacerlo en forma aislada, como si el mismo se diera sin tener en cuenta a la persona, la organización y los contextos sociales, culturales, económicos, políticos y tecnológicos que rodean a la misma. 

Por eso, al desarrollarse con mucha fuerza los derechos y la igualdad entre las mujeres y los hombres queremos establecer que igualdad no significa mimetizarse con los hombres, ser idénticos. Todo lo contrario, se deben mantener las identidades separadas, que se desarrollen liderazgos con estilos diferentes, puntos de vista personales y otras formas de relacionarse con los contextos. Ahora, el líder femenino o masculino deben reflejar valores comunes en cuanto el respeto por el otro/a en su dimensión humana y en sus capacidades y habilidades de empleabilidad.

Las sociedades se desarrollan, prosperan y se engrandecen cuando todos sus integrantes participan en igualdad de oportunidades. Para que esto ocurra, debe haber un compromiso de todos/as, apoyando el concepto de liderazgo femenino.

También debe haber libertad de las mujeres que logren aplicar el propio estilo, esto también habilita a que se pueda generar junto al estilo de liderazgo de los hombres, un liderazgo superador que sea abarcativo de dos visiones que supone fuertes beneficios a los integrantes de las organizaciones. 

De esta forma se desarrolla una cultura más pluralista en la que se alienta a todas las personas al aprovechamiento y producción de una mayor creatividad y despliegue de sus habilidades únicas, o sea, ayudarse a sí mismo, a sus colaboradores, colegas y a las propias organizaciones a crecer y prosperar.

Los hombres que apoyan la inclusión del liderazgo de la mujer en la gestión de las empresas, deben acompañar a éstas para que obtengan la misma recompensa que sus pares hombres. De no ser así, se perjudicaría a las mujeres  con capacidad para ocupar altos cargos directivos al realizar prácticas de selección. 

Sabemos que las mujeres al funcionar como líderes utilizan más la intuición, la creatividad y habilidades interpersonales que les permite encontrar satisfacción en el trabajo. Buscamos en este escrito el pensar y analizar, como alcanzar transformaciones en las personas y en su cultura, para que se efectivicen en  comportamientos positivos con perspectiva de  género.