por Dra. Juana del Carmen Brítez

XIV CONFERENCIA REGIONAL SOBRE LA MUJER DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

PANEL 3: Economía del cuidado: Tendencias e impactos del cambio demográfico
Dra. Juana del Carmen Brítez.
Secretaria de Org. y Actas de la UPACP
Directora de Prestaciones Medica de OSPACP
Vice-Presidenta de la FITH
Abogada.

En los últimos años, se ha instalado cada vez con más fuerza la noción de economía del cuidado. Este concepto se refiere a la modalidad que una sociedad adopta para organizar los temas relativos al cuidado: de qué forma se define la provisión y se garantiza el acceso a estos servicios.

Las decisiones y políticas que se adopten en este campo son esenciales para los países, puesto que repercuten en la estructura y condiciones del mercado laboral, en la disponibilidad de tiempo y el bienestar de la población, en la configuración del PBI, en la justicia social, la igualdad de género y los derechos humanos.

Las trabajadoras del hogar ocupan un rol clave en la economía del cuidado de la región. El envejecimiento de la población y el incremento continuo de las tasas de participación laboral de las mujeres, sumado a un contexto de sistemas públicos que satisfacen las necesidades de cuidado en forma parcial y fragmentada, lleva a que muchos hogares dependan de los servicios que proveen las trabajadoras del hogar para disponer del tiempo necesario para participar en el mercado laboral, realizar actividades recreativas y de ocio, etc. Sin embargo, la contribución de estas trabajadoras aún está invisibilizada. A pesar de los significativos avances regionales en la materia, el trabajo doméstico todavía constituye una de las ocupaciones con mayores niveles de precariedad y desprotección laboral.

Promover oportunidades de trabajo social y económicamente valorizadas en este sector es fundamental para el reconocimiento y la dignificación de las trabajadoras del hogar, así como para la consolidación de un sistema remunerado que provea servicios de calidad y que, en consecuencia, contribuya al desarrollo de toda la sociedad. Es importante no perder de vista la relevancia de esta cuestión en términos de igualdad de género: las políticas públicas pueden continuar confinando a las mujeres a su rol de cuidadoras, o pueden “socializar” estas tareas y abrir opciones para la incrementar la participación femenina en la economía.

El trabajo del cuidado

El trabajo del cuidado comprende dos tipos de actividades superpuestas, remuneradas y no remuneradas: las actividades de cuidado directo, personal y relacional, como el cuidado de niños, anciano, personas enfermas o con discapacidad; y las actividades de cuidado indirecto, como cocinar y limpiar.

En general, se considera trabajadores y trabajadoras del cuidado a quienes desempeñan actividades que contribuyen a la salud y la seguridad física, así como al desarrollo de habilidades cognitivas, físicas o emocionales de las personas, interactuando directamente con los receptores del servicio en cuestión. Típicamente, estas ocupaciones incluyen a trabajadoras y trabajadores de la educación, de la salud y del hogar.

Según la OIT, la fuerza de trabajo mundial dedicada a la prestación de cuidados está integrada por 249 millones de mujeres y 132 millones de hombres, lo que representa el 11,5% del empleo mundial total, el 19,3% del empleo femenino mundial y el 6,6% del empleo masculino mundial. En la mayoría de los lugares, cuanto mayor es la fuerza de trabajo dedicada a la prestación de cuidados como porcentaje del empleo total, mayor es la proporción de mujeres en ella. Son mujeres aproximadamente dos tercios de la fuerza de trabajo mundial dedicada a la prestación de cuidados, y esta proporción supera las tres cuartas partes en las Américas y en Europa y Asia Central.

Los cambios en las estructuras familiares, los índices más elevados de dependencia de los cuidados y las necesidades de cuidado en continua evolución, unidos al incremento de la tasa de empleo de las mujeres en ciertos países, han reducido la disponibilidad de la prestación de cuidados no remunerada y han conducido al aumento de la demanda de trabajo de cuidados remunerado.

En 2015, había 2100 millones de personas necesitadas de cuidados (1900 millones de niñas y niños menores de 15 años de edad, de los cuales 800 millones eran menores de 6 años, y 200 millones de personas mayores que habían alcanzado o superado la esperanza de vida saludable). De aquí a 2030, la OIT prevé que el número de beneficiarios de cuidados ascienda a 2300 millones, lo que significa 100 millones más de personas mayores y 100 millones más de niñas y niños de edades comprendidas entre los 6 y los 14 años. Asimismo, la prevalencia de discapacidades graves significa que entre 110 y 190 millones de personas con discapacidades podrían necesitar cuidados o asistencia durante toda su vida.

Si estas necesidades de cuidado no son abordadas mediante políticas de cuidado adecuadas, y si la demanda adicional de trabajo de cuidados remunerado continúa sin satisfacerse, es probable que la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo se vea aún más limitada, imponiendo una carga adicional a las mujeres y acentuando más la desigualdad de género en el trabajo…

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